Las costumbres religiosas, políticas y sociales adquiridas por herencia o por estándares en nuestro entorno, se convierten en hábito para nosotros, pero con el tiempo estos hábitos se contraponen a nuestra forma de pensar y surge el dilema de continuar con la costumbre o construir nuestras propias costumbres acorde con nuestra forma de pensar y vivir.
La religión “cristiana” desde hace siglos es una de las instituciones más poderosas del mundo, y aunque en la actualidad haya perdido credibilidad y autoridad hay personas que se abstienen a emitir juicios o evaluar la forma como se expresa la fe, y simplemente se apegan a una religión por cultura, por la familia, o porque no hay una mejor opción, pero en pocos casos lo hacen por convicción.
Todos los ser humanos tenemos la capacidad de discernir y saber que está bien y que no es correcto, pero ¿qué sucede cuando debes escoger entre dos opciones que son moralmente buenas? No siempre en nuestras vidas nos vamos a encontrar con alternativas polarizadas, cuando hay un dilema entre dos opciones no negativas, debemos evaluar y escoger la que queremos individualmente, sin importar lo que digan los demás, pensando primero en un YO. Espiritualmente todos las personas necesitamos de un ser supremo en quien basar nuestra fe, a quien agradecer y pedir lo que nuestras manos no pueden alcanzar sin ayuda, sin embargo cada hombre es libre de expresar esta fe espiritualmente de la forma como crea conveniente, y como sus sentimientos y su razón le dicte.
Además de nuestras costumbres religiosas, hay un tema menos polémico pero igualmente importante, el cual consiste en nuestras preferencias políticas y la forma como las adquirimos. Los motivos para estar en una asociación política varían y van desde la herencia partidista, beneficios económicos, poder e influencias, hasta distinciones raciales. Todos los días dialogamos y tratamos con personas con preferencias políticas muy marcadas como si los adjetivos políticos fueran parte fundamental de su razón de existir, pero nos es hemos preguntado si ¿esta persona tiene esta inclinación por los motivos correctos, o siquiera tiene objetivos que giren en torno al bienestar y al orden social? La forma moralmente correcta de inclinarse por una doctrina política es que estemos de acuerdo en la forma de pensamiento y acción, y de los objetivos en beneficio de la sociedad, pero al igual que la religión esta es una decisión personal que no debe estar influenciada por nuestros padres, nuestro entorno inmediato, o por los sensacionalismos políticos del momento. Muchas personas utilizan la política como medio para su enriquecimiento personal y en algunos cometen delitos en búsqueda de este beneficio económico, desorientándose y perdiendo el verdadero norte y los reales objetivos del accionar político, generando así una problemática global, la cual ha hecho perder credibilidad a las intenciones políticas de los lideres, porque muchas personas pensamos que todos los políticos son corruptos, y aunque no bebamos generalizar, esta imagen fue creada por personas que tomaron una decisión en materia de política por las razones incorrectas.
Además de nuestras preferencias políticas y religiosas, nuestras costumbres urbanas son las que más se exteriorizan en nuestro entorno, la forma como nos comportamos, vestimos, hablamos, son las que hacen que nuestra sociedad cree una imagen de nosotros, pero ¿importa más la imagen que tengan de nosotros ó nuestra libertad individual de expresión?
Todas las costumbres en su totalidad son adquiridas en nuestra etapa de formación inductiva (antes de tener uso de razón), que es cuando aprendemos involuntariamente gestos, comportamientos y actitudes. Cuando crecemos estamos en la libertad de afianzar o desechar estos aprendizajes teniendo como principio nuestra personalidad la cual es innata y es la que en verdad será la base de nuestro comportamiento social, pero debido a nuestro entorno y a las personas con las cuales tratamos diariamente, nuestra personalidad tomara diferentes matices y puede variar un poco con respecto a las costumbres y los estándares de nuestro contexto social. Pero lo importante es tener como principio un YO y lo que se busca individualmente, y unas bases morales que garanticen que nuestra personalidad y nuestros comportamientos no violentan a nuestra familia ni a nuestra sociedad.
Aunque somos libres de escoger nuestras preferencias individuales en materia religiosa, política, cultural siempre hay que tener en cuenta que si estamos ahí, debe ser por las razones correctas y con los objetivos verdaderos.
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